Foto: J.X.
Tenía un malvivir.
Fuera adonde fuera,
viviera donde viviera,
tenia un malvivir.
Es el horror de la vida,
contestaba a quien le preguntaba,
malvivía
el horror de la viva.
Abrir los ojos.
Abrir la boca.
Abrirse al amor.
Abrirse al sexo.
Abrir la fantasía, trocearla,
y ver que no hay nada.
Y de pronto,
el horror.
Envuelto en papel de plata.
Rasgas
el papel de plata.
El horror y las flores marchitas.
El horror, y el silencio,
en el jardín abandonado.
El horror, y escribirlo,
que te salva del horror de la vida,
respondía cuando alguien le preguntaba
por qué escribía cuentos
o un poema tras otro,
hasta caer exhausto,
malviviendo,
malviviendo tanto.